Se llama Soraya, es
aragonesa, joven, guapa, sonriente. Echando la vista atrás, pasados
diez años, creo que su presencia en una intervención cultural en el
barrio de Berlioz no fue fruto de la casualidad, fue con toda
seguridad un golpe premeditado por parte de los que con el tiempo se
convertirían en nuestros amigos. Era en 2002, el festival se llamaba
Puerto Berlioz. Ella vino para participar, nos sedujo y nos atrapó
en sus redes, en el barrio del Gancho. Nunca me he arrepentido por
haberme dejado seducir.
En octubre de 2004,
Seve me despertó cantando ópera, tal vez para convencernos mejor de
formar parte del Pregón de las Fiestas del Pilar. El barrio del
Gancho participaba orgulloso enfundado en trajes inspirados en Miró,
mostrándose por primera vez en el espacio público. Faltaba
vestuario, Bernard, el presidente de la MJC, Fred y yo cerrábamos el
grupo “Y Miró hacia el Gancho” ataviados con delantales azules y
medias rojas. Llevábamos una pancarta que reproducía el “Carnaval
del Arlequín” de Miró. Nos sentíamos ridículos, y lo estábamos,
pero a la vez felices por ver a los niños del barrio y a toda su
energía irradiando el desfile.
Es lo que más me ha
llamado siempre la atención en la Carrera: la energía de un barrio,
la de su juventud, la de los educadores y de los animadores. Una
energía desbordante, fluyendo en todas las direcciones, salpicada
por gritos y risas. Los primeros años, la Carrera nos pareció
ruidosa y descontrolada, la organización caótica. Y sin embargo,
las cosas salían, aunque a menudo en el último momento. Lo más
importante era participar.
Los recuerdos vienen a
mi mente de forma desordenada, haciendo caso omiso de fechas y
cronología. A menudo los relaciono con nuestras diferencias
culturales, sobre todo con nuestras diferencias respecto al tiempo, a
las esperas y al horario de las comidas.
Un año desfilamos por
la noche y esperábamos una comida que en Francia habríamos tomado
antes del evento. La espera fue larga, demasiado para algunos.
Empezamos y terminamos por comernos entero el queso y nos bebimos el
Jurançon que traíamos de regalo.
Acabamos con el
estómago lleno y un poco de sentimiento de culpabilidad. También
recuerdo a Christian, un animador del grupo de los jóvenes, con un
ataque de risa incontrolable durante una reunión de planificación.
Eran las nueve de la noche y teníamos el estómago tan vacío que ya
no podíamos ni pensar. Sabíamos por qué Christian no podía parar
de reír y nos contagió. Los españoles pensaban que nos burlábamos
de ellos…
Otro recuerdo que me ha
marcado es el año en que trajimos una colmena vacía. Quedaba
dentro algo de miel y numerosas abejas espontáneas de San Pablo
animadas por el intercambio internacional comenzaron a revolotear
alrededor de Bernard, nuestro apicultor. Nació un mito: Berlioz era
capaz de hacer la trashumancia con colmenas que cruzaban la frontera.
Un político de Zaragoza descubrió que seguía habiendo abejas en su
ciudad. A Javier el néctar de la miel le parecía indiferente
mientras nos hacía descubrir su barrio y los vinos aragoneses. ¡Qué
hermosos momentos!
Una imagen impactante,
imposible de imaginar en Pau fue ver en la calle el espectáculo de
las Babylons, las transexuales y travestis de San Pablo. Me hizo
pensar en su trayectoria de vida, su sufrimiento, pero sobre todo en
su orgullo de poder mostrar artísticamente su diferencia, un buen
ejemplo de tolerancia y de integración.
Hace unos años,
Mélaine, una adolescente de la MJC participó en un pasacalles de la
Carrera, por la avenida de Conde Aranda, en la que salía sobre unos
zancos, disfrazada y maquillada. Hoy es una hermosa mujer que se
encarga de cuestiones relacionadas con el comercio internacional en
Barcelona. Me dijo hace unas semanas que habría sido incapaz de
hacer en Pau lo que hizo en San Pablo, fue la Carrera la que la
incitó a atreverse, la que le dio confianza en sí misma y, más
tarde, la empujó a viajar.
A lo largo de estos
años, hay una constante: los vecinos de Pau están siempre
dispuestos a participar en la Carrera. Nos sentimos cercanos en la
reflexión, El Gancho y Berlioz perseguimos objetivos comunes, pero
nuestras fiestas son diferentes y es esa diferencia la que nos
enriquece y nos provoca un brillo en los ojos.
La Carrera está
íntimamente ligada a la vida del barrio y a su evolución. Y este
barrio, al igual que la Carrera se ha ido transformando, se ha
embellecido, se ha ido abriendo al resto de la ciudad. Y en esta
transformación que nos parece increíble, creo que hay un trocito de
mí, de Berlioz y de muchos de los que, a mis ojos, han pasado de ser
nuestros socios a ser nuestros amigos.
Daniel
Hebting. Director de la MJC Berlioz de Pau
20 de
noviembre 2013
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(Original en francés)
Les filets de Soraya, l'organe de Seve et les vins de Xavier
Elle
s’appelle Soraya, elle est Aragonaise, jeune, belle, souriante.
Avec plus de dix ans de recul, je pense que sa présence lors d’une
création culturelle dans le quartier Berlioz n’était pas le fruit
du hasard, le coup était sûrement prémédité par ceux qui
deviendront nos amis. C‘était en 2002, la fête s’appelait Port
Berlioz. Elle est venue participer, nous a charmés et ramenés, dans
ses filets, dans le quartier San Pablo. Je n’ai jamais regretté de
m’être laissé séduire.
Sévé
lui, plus tard en octobre 2003, me réveillera en chantant des airs
d’opéra, peut être pour mieux nous convaincre de nous intégrer à
la déambulation artistique de las Fiesta del Pilar.
Le
quartier San Pablo participait, il était fier dans ses costumes
inspirés de Miro. Pour la première fois il se mettait en scène
dans l’espace public. Il manquait de costumes, Bernard le président
de la MJC, Fred et moi terminions la parade de San Pablo affublés de
tabliers bleus et de collants rouge. Nous soutenions la banderole
reprenant un tableau de Miro.
Nous nous
sentions ridicules, nous l’étions, mais heureux de voir les gamins
du quartier et leur énergie irradier le défilé.
C’est
surtout ça qui m’a marqué dans toute les Carrera :
l’énergie, celle d’un quartier, celle de la jeunesse, celle des
animateurs. Cette énergie débordante, fusant dans tous les sens,
ponctuée par des cris, des rires. Les premières années elle nous
paraissait bruyante, incontrôlable, l’organisation chaotique et
pourtant les choses se faisaient, mais souvent au dernier moment.
L’essentiel c’était de participer.
Les
souvenirs affluent en vrac, dans le désordre, faisant fi des dates
et de la chronologie.
Ils sont
souvent liés à nos différences culturelles et en particulier au
rapport au temps, à celui de l’attente et à l’heure des repas.
Une année,
nous avions défilé en soirée et attendions le repas qui en France
se serait pris avant l’événement. L’attente était longue, trop
longue pour certains. Nous avons commencé et même terminé la boule
de fromage et le Jurançon prévus comme cadeau pour nos hôtes. Nous
avions l’estomac plein et un brin de culpabilité. Dans le même
ordre d’idée, j’ai le souvenir de Christian animateur du secteur
jeune, pris par une crise de fou rire énorme, incontrôlable, lors
d’une réunion de préparation. Il était vingt et une heures, nous
n’en pouvions plus de concentration, le ventre vide. Nous savions
pourquoi Christian ne pouvait plus s’arrêter de rire, ce fut
contagieux pour les Français. Les Espagnols eux pensaient que nous
nous moquions d’eux…
Ce qui m’a
marqué aussi c’est l’année où nous avions apporté une ruche
vide dans le quartier pour la Carréra. Il restait sûrement du
miel, de nombreuses abeilles de San Pablo conditionnées aux
échanges internationaux voletaient autour de Bernard notre
apiculteur. Un mythe est né : Berlioz était capable de
transhumer ses ruches pleines, de leur faire passer la frontière. Un
élu de Saragosse découvrait que dans sa ville les abeilles
perduraient. Xavier lui, paraissait
indifférent au nectar du miel, il nous faisait découvrir son
quartier et les vins espagnols, beaux moments !.
Une image
forte, inimaginable à Pau, celle que je découvrais lors de la mise
en scène des travestis de San Pablo, las Babylons, dans la rue. Je
mesurais leur parcours, leur souffrance mais surtout leur fierté
d’afficher de manière artistique leur différence, une belle
preuve de tolérance et d’intégration du quartier.
Mélaine,
une adolescente de la MJC a participé costumée, maquillée, sur des
échasses, à une déambulation dans l’avenue il y a quelques
années. Elle est aujourd’hui devenue une belle jeune femme et
s’occupe de commerce international à Barcelone. Elle me disait il
y a quelques semaines, qu’elle aurait été incapable de s’afficher
ainsi à Pau, mais que la Carrera San Pablo lui avait permis d’oser,
de prendre confiance en elle, et donné l’envie de voyager.
Et puis au
fil des ans une constante : les Palois sont toujours heureux de
participer aux Carrera. Nous sentons bien une proximité de
réflexion, des objectifs communs entre San Pablo et Berlioz, mais
nos fêtes sont toujours différentes et c’est cette différence
qui nous enrichit et fait briller les yeux de nos participants.
La Carrera
elle, me paraît intimement liée à la vie du quartier, à son
évolution. Et ce quartier, comme la Carréra, se transforme,
s’embellit, s’ouvre à la ville. Dans cette transformation qui
nous paraît étonnante, je pense qu’il y a un peu de moi, de
Berlioz et beaucoup de ceux qui à mes yeux sont devenus, plus que
des partenaires, des amis.
Daniel
Hebting
Pau
Berlioz 20 Novembre 2013
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